¿Cómo es que alguien puede mirar sin ver u oír sin escuchar ni entender? Esto solo es posible cuando los ojos y los oídos de uno funcionan correctamente, pero la mente está distraída, no atenta a lo que se ve o se escucha. Por ejemplo, supongamos que estaba escuchando la lectura de un libro y de repente se dio cuenta de que, aunque escuchó lo que se leyó, su mente estaba en otra parte y no tenía idea de lo que se decía. Esta es una experiencia común para todos de vez en cuando.
Esta porción del Evangelio citado arriba viene inmediatamente después de que Jesús pronunció la parábola del sembrador a la multitud desde un bote. En esa parábola, la semilla cayó en el camino, en pedregales, entre espinos y en tierra fértil. Solo la semilla en el suelo fértil creció y produjo buen fruto. Por lo tanto, la enseñanza de Jesús citada anteriormente, así como Su parábola dicha antes, enseña que hubo muchos que escucharon la Palabra de Dios y fueron testigos de los milagros de Jesús, pero no permitieron que Sus enseñanzas y milagros produjeran fe en sus corazones.
Este pasaje del Evangelio es especialmente importante para aquellos que han sido católicos durante muchos años pero se han estancado en su fe. Cuando alguien va a Misa todas las semanas, escucha el Evangelio y comparte la Eucaristía, pero no logra crecer continuamente en santidad y comprensión de los Misterios del Cielo, entonces perderá lentamente incluso la poca fe que tiene. Se convertirán en católicos tibios que pasan por los movimientos pero no logran producir el buen fruto que proviene de la fe auténtica.
Cuando mira hacia atrás en su vida como católico practicante, ¿qué ve de año en año? ¿Hubo un momento en que eras fuerte en la fe pero lentamente cerraste tus oídos al Evangelio y te alejaste de un compromiso interior profundo y de oración con nuestro Señor? ¿O cuando miras hacia atrás ves que el Señor te ha dado continuamente más y más, llevándote a una vida de verdaderas riquezas espirituales? ¿Ha entrado el Evangelio no sólo en tus oídos, sino también en tu mente y tu entendimiento? ¿Ves y percibes la acción de Dios en tu vida y en el mundo que te rodea? ¿Estás comprometido activamente con la vida de la gracia y encuentras que te acercas más a Dios cada día? O, lamentablemente, ¿ha perdido interés y celo y ahora se encuentra alejándose lentamente de la práctica fructífera de su fe?
Reflexiona hoy sobre estas importantes preguntas y esfuérzate por responderlas honestamente. Si no te ves creciendo en la fe cada año y volviéndote verdaderamente rico en la gracia de Dios, entonces debes saber que algo debe cambiar. El estancamiento y la tibieza en la fe no son buenos. Conducen a la pérdida lenta de todo. Mientras reflexionas sobre tu propio camino de fe, vuelve a comprometerte a abrazar celosamente el Evangelio para que tu alma sea un terreno verdaderamente fértil que produzca continuamente abundancia de buenos frutos.