Dios usó la imagen de un pastor para describir su relación de la alianza y el cuidado por su pueblo escogido que fue llamado por su nombre (Salmo 80:1 y 100:3). Dios llamó a David, quien apacentó el rebaño de su padre en su juventud, para ser el rey ungido y pastor de su pueblo Israel (Ezequiel 37:24). Jesús, el Mesías y Rey ungido de Dios, nacido de la tribu de David, se llamó a sí mismo el Buen Pastor del pueblo que su Padre le había encomendado (Juan 10:29). El Apóstol Pedro nos dice que el Señor Jesús es el Buen Pastor y Guardián de nuestras almas (1 Pedro 2:25). Él mantiene una estrecha y personal vigilancia sobre cada una de sus ovejas, sus seguidores (discípulos) que le pertenecen. Nos llama personalmente a cada uno de nosotros por nuestro nombre para que lo sigamos. Y promete ser nuestro guardián y protector de las asechanzas de nuestro enemigo, Satanás, el padre de la mentira y homicida desde el principio (Juan 8:44). El Señor nos lleva cada día a buenos pastos, lugares donde podemos alimentarnos de su palabra y beber de las fuentes de agua viva que es su Espíritu Santo (Juan 7:38-39, Juan 4:14). Si nos alimentamos de su palabra y bebemos del agua viva del Espíritu Santo, encontraremos el alimento y la fuerza que necesitamos para vivir cada día para su gloria y honra. ¿Reconoces la voz de tu Pastor y Guardián que te llama cada día?