La misericordia y la bondad de Dios no conocen límites. En esta parábola, Jesús da una imagen vívida de Dios y de cómo es Dios. Dios es verdaderamente más amable que cualquiera de nosotros. Él no pierde la esperanza ni se da por vencido cuando nos alejamos de él. Él siempre está al pendiente de aquellos que han cambiado de corazón y quieren regresar. Se regocija en encontrar a los perdidos y en darles la bienvenida a casa. ¿Conoces el gozo del arrepentimiento y la restauración de la relación como hijo o hija de tu Padre celestial?