Jesús enseña a sus discípulos una lección importante sobre la riqueza en el Evangelio de hoy. En la parábola que les cuenta, se aplaude al mayordomo inteligente por encontrar la manera de mantener su riqueza a pesar de perder su trabajo. Pero este tipo de riqueza no es lo verdaderamente importante, porque la verdadera riqueza se encuentra en Dios. No podemos permitir que el dinero (mamón) sea nuestro amo. Hoy, en el Domingo de Catequesis, recordemos que Jesús, nuestro Maestro, nos enseña continuamente el camino hacia las moradas eternas. Nuestras lecturas de hoy desafían cómo consideramos la riqueza y la pobreza. Primero escuchamos al profeta Amós condenar enérgicamente a aquellos que acumulan riquezas estafando a los pobres. El salmista declara que el Señor rescata a los pobres. San Pablo nos recuerda la riqueza que tenemos en el Señor. En el Evangelio, Jesús les dice a sus discípulos que no pueden servir a Dios y al dinero. Mientras escuchamos la palabra de Dios, reflexionemos sobre lo que consideramos la riqueza verdadera.