¡Feliz Navidad!... ¡Alegrémonos! ES NAVIDAD. Nos ha nacido el Salvador. El único Salvador. Es la gran noticia: Dios ha puesto su tienda entre nosotros. Que las navidades no nos impidan descubrir el sentido profundo de la Navidad; que los reclamos publicitarios no nos empañen el mensaje del Evangelio, que el consumismo no entibie la esperanza ni sofoque la caridad. Celebramos el misterio de la encarnación del Hijo de Dios, celebramos el hecho insólito de que Dios se ha revestido de nuestra misma cara, para que nosotros participemos de su misma vida divina. Dios está con nosotros y entre nosotros. Hagamos nuestras las palabras y sentimientos de S. León Magno: Alegrémonos. No puede haber lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida… Alégrese el santo, puesto que se acerca la victoria; alégrese el pecador, puesto que se le invita al perdón. Que la celebración eucarística nos lleve a abrir los ojos, a valorar nuestra dignidad de hijos de Dios, a descubrir a Dios en cada persona, a no adorar nunca a ningún dios falso: El dinero, el egoísmo insolidario, el orgullo… Entonces si nos podremos decir: ¡Feliz Navidad! en este nuevo estilo de vivir: el de hijos de Dios.