El Espíritu Santo nos llama hoy a escuchar la palabra viva de Dios, a recibir al Señor en la Eucaristía, y alabar y dar gracias a Dios. Durante la semana, muchos de nosotros trabajamos arduamente para hacer que nuestras vidas sean cómodas, buscando un ascenso o un aumento de sueldo, ganando lo suficiente para pagar las mejores cosas, ahorrando dinero para una jubilación fácil. Las lecturas de hoy nos darán el impacto que necesitamos para poner esas partes de nuestra vida en perspectiva. "¡Vanidad de vanidades!" grita el narrador de la primera lectura, ridiculizando la idea de que tenemos control total sobre el resto de nuestras vidas. Que podamos reorientarnos hacia lo que realmente importa. Las lecturas de hoy son un maravilloso antídoto contra la actitud de nuestra cultura de que la acumulación de riqueza material debe ser la meta de todos. "Vanidad de vanidades", esta noción, ¿qué garantía hay de que alguna vez podrás disfrutar de toda la riqueza por la que trabajaste? La codicia es idolatría, dice Pablo en la lectura siguiente; en cambio busca lo que está arriba. Después de todo, Jesús nos señala en el Evangelio, el hombre rico es un tonto por pensar que puede controlar el resto de su vida a través de la riqueza. Que las lecturas de hoy ofrezcan un fuerte argumento en contra de la adoración de las posesiones materiales.