Nos reunimos hoy para dar alabanza y gloria a Dios en un espíritu de gratitud. Estamos agradecidos a Dios por el don de la fe que florece dentro de nosotros y por la presencia sanadora de Dios en cada uno de nosotros y en el mundo, que nos hace completos nuevamente. Durante la pandemia ha habido momentos en los que colectiva o individualmente no hemos podido reunirnos. Estamos especialmente agradecidos siempre que podemos hacerlo una vez más. Mantengamos nuestra gratitud por las bendiciones de Dios siempre. Hoy se nos presentan a dos personas especiales. Ambos tienen lepra, pero esto no es lo que los hace especiales. Ambos son curados por el Señor, pero, aun así, esto no es lo que los hace notables. No, lo que los hace especiales es que ambos se desviven por volver a quien los curó y dar gracias. El toque sanador de Dios ha cambiado su condición exterior, pero su respuesta agradecida es una señal del cambio interior de una marca de su verdadera fe.