¡Demasiado tarde! Mientras estaba vivo, el hombre rico del Evangelio de hoy ignoró al mendigo Lázaro en su puerta. Ahora está él sufriendo. En la muerte, un gran abismo lo separa del paraíso, una extensión que nunca se le podrá cruzar. Es demasiado tarde para este hombre que pasó su vida cuidándose e ignorando a los necesitados. Pero no es demasiado tarde para nosotros. No importa nuestra edad, podemos cambiar nuestras actitudes y comportamiento. A medida que cambian las estaciones a nuestro alrededor, consideremos la posibilidad de cambio dentro de nosotros. Amós condena al pueblo de Sión en la primera lectura de hoy, porque se relaja en la autocomplacencia y el ensimismamiento mientras su país se derrumba. En el Evangelio, Jesús condena al hombre rico a una eternidad en tormento después de haber pasado su vida en el lujo mientras ignoraba al mendigo en su puerta. ¿A quién ignoramos mientras disfrutamos de la comodidad de nuestras propias vidas? Mientras escuchamos la palabra de Dios, miremos nuestra propia vida desde el punto de vista de alguien como Lázaro. ¿Cómo nos vería alguien como él?