Sé que nos sentimos tristes porque las Misas han sido suspendidas en la Arquidiócesis de Los Ángeles, para evitar la propagación del coronavirus. Al no escuchar más las campanas, esperamos que pronto vuelvan a repicar para verlos en Santa María junto a los vecinos y los niños de la escuela nuevamente.
Estos días que están en casa pueden ayudarnos a pensar en lo que sucedía al inicio de la fe cristiana, cuando los primeros cristianos celebraban la fracción del pan en casa. Compartían las Sagradas Escrituras, escuchaban las palabras de Jesús, reviviendo el gesto de la última cena. Desde entonces sabemos que cada familia es una pequeña iglesia, y esto lo viven mostrando la unidad en el amor al rezar, al compartir y al aprender a descubrir las cosas buenas en sus vidas. Estos días son momentos para fortalecer la esperanza, viviendo estos tiempos difíciles con gozo y confianza.
Don Bosco solía decir que cuando vivimos en la presencia de Dios, sabemos expresar la alegría y la confianza. Por eso, como decía Domingo Savio, para nosotros, la santidad es felicidad. Desde esta alegría, estamos aprendiendo a vivir en una nueva situación social desde casa, como una nación, como humanidad. Es nuestra esperanza recuperar el coraje y la fuerza, con la confianza de que no estamos solos, como familia, como individuos, nos abraza el amor que nos rodea y nos da una sensación de alegría, calma y esperanza.
Por favor, no tengan miedo, más allá de lo triste que pudiera parecer esto, el coronavirus nos está acercando a los que amamos, ¡y esto es fantástico!
Cierto, se han cancelado muchas actividades para evitar la propagación del coronavirus. Sin embargo, el amor, la alegría, la calma y las esperanzas son muchas otras acciones correctas que están vivas en nuestros corazones y en los corazones de nuestras generaciones jóvenes. No cancelamos la bondad, estamos aprendiendo a transformar la incertidumbre de esta emergencia del coronavirus en tiempo de amor y confianza en Dios.
No están lejos de la iglesia, recuerden, ustedes son la iglesia. No están lejos de la Eucaristía, aunque no puedan asistir a Misa como de costumbre. Al comer juntos, al sonreír, hablar y rezar, disfrutando una manera nueva a sus hijos, hermanos y papás, es un tiempo para transformarnos en personas eucarísticas, siendo signos del amor de Jesús en casa.
Recuerden en sus corazones a Santa María, a la Arquidiócesis, a nuestro país y todas las familias. Pronto sonreiremos y compartiremos los recuerdos de estos días como experiencia del amor nuevamente, convirtiéndonos en mejores cristianos y mejores ciudadanos, como soñó Don Bosco.
... pronto volveremos a escuchar las campanas de la parroquia, nos reuniremos para compartir nuestra fe como lo hacemos habitualmente en Santa María. Que el Señor los bendiga.
Recuerden que los amamos y los mantenemos en nuestras oraciones, como sabemos que ustedes también nos tienen en sus pensamientos y oraciones.