“Ustedes son la luz del mundo”, dice Jesús a sus discípulos en el Evangelio de hoy, exhortándolos a hacer brillar esa luz para que todos la vean. Jesús mismo es La Luz que brilló a través de la oscuridad desde el mismo momento en que nació. Ahora desafía a sus discípulos a ser esa luz ̶ La Luz de Cristo ̶ para los demás. A nosotros se nos presenta ese mismo desafío. Que hoy seamos conscientes de recibir al Señor en la palabra y la Eucaristía, para que salgamos a hacer resplandecer la luz de Cristo, transformando las tinieblas que nos rodean. Entonces, queridos amigos, tienen mucho que reflexionar en las Escrituras de hoy. Todos estamos llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo. Cada semana ustedes se presentan ante nosotros como faros de esperanza para nuestra Iglesia, porque en ustedes vemos un futuro lleno de esperanza. A medida que avancen ustedes, recuerden prestar atención al llamado del profeta Isaías compartiendo con los pobres. Entonces su luz se hará cada vez más brillante. Esperamos con ansias el día en que, reunidos con nosotros en el altar sagrado, compartirán la Eucaristía. Ahora vete en paz.