En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?" El doctor de la ley contestó: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo". Jesús le dijo: "Has contestado bien; si haces eso, vivirás". El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Jesús le dijo: "Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: 'Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso'. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?'' El doctor de la ley le respondió: "El que tuvo compasión de él". Entonces Jesús le dijo: "Anda y haz tú lo mismo". Reflexión para el decimoquinto domingo de tiempo ordinario Venimos hoy a escuchar la palabra de Dios y a celebrar la Eucaristía. Reunidos en este lugar, miramos alrededor y vemos a nuestros vecinos. Muchos de ellos son personas muy parecidas a nosotros. El prójimo del Evangelio de hoy, el buen samaritano, no lo es. Los samaritanos eran vistos como marginados por el pueblo judío que frecuentaba el camino de Jerusalén a Jericó. Sin embargo, era el extranjero, este forastero, este extraño, el verdadero prójimo de la víctima judía. Que escuchar esta parábola amplíe nuestra comprensión del "prójimo", ya que mueve nuestros corazones para llegar a aquellos que no son como nosotros. Moisés habla a un pueblo pecador en la primera lectura, rogándoles que guarden los mandamientos del Señor mientras se arrepienten con todo su corazón y alma. En el Evangelio, un estudioso de la ley - de todos los mandamientos de Dios- va un paso más allá, preguntando a Jesús qué debe hacer para heredar la vida eterna. Al darse cuenta de que el amor al prójimo está en el centro de la respuesta, le pregunta a Jesús quién es su prójimo. es. Es en este contexto que Jesús cuenta la parábola del Buen Samaritano, preguntando al interrogador quién era el verdadero prójimo. Que las lecturas de hoy nos inspiren a aceptar el desafío de tratar a todos los demás, amigos o extraños, como dignos de nuestro amor.