Esten siempre preparados, dice Jesús a sus discípulos en el Evangelio de hoy, porque el Hijo del Hombre vendrá como ladrón en la noche. Este es nuestro desafío ahora. ¿Estamos preparados para el día en que nuestro tiempo aquí en la tierra llegue a su fin? ¿Estaremos preparados si llega este año, esta semana o incluso este día? Hoy oremos para que con la gracia de Dios estemos siempre listos para ese día en que veamos al Señor cara a cara. Que la Eucaristía nos nutra y nos fortalezca a medida que crecemos como discípulos. Las lecturas de Sabiduría y Hebreos miran hacia atrás en el tiempo a eventos fundamentales cuando los creyentes tuvieron que poner una gran fe en Dios. En el cautiverio en Egipto, el Pueblo Elegido confiaba en que el Señor pasaría por encima de sus casas la noche en que fueran inmolados los primogénitos. Generaciones antes de eso, Abraham y Sara dejaron a todos los que conocían para seguir a Dios a la tierra prometida. Es ese tipo de fe que Jesús trata de inculcar en sus discípulos para que estén listos cuando él venga de nuevo en gloria. Oremos para que nuestra propia fe se fortalezca al escuchar la palabra de Dios.